Tapachula, Chis. (Balance México 04 Julio 2025).-Esta semana, mientras el país digería una nueva ola de noticias políticas, una alerta silenciosa sacudió a uno de los pilares del sistema de salud pública en México: la salud mental y el consumo de sustancias entre trabajadores del IMSS.

La muerte de dos médicos, uno en Chiapas y otro en Michoacán, presuntamente por sobredosis en pleno horario laboral, no sólo es una tragedia individual, sino un síntoma profundo de un sistema en crisis. El Instituto Mexicano del Seguro Social, que debería ser el refugio de quienes atienden la salud de millones, hoy enfrenta su propia epidemia interna.

Según su propio diagnóstico institucional, alrededor de 12 mil trabajadores del IMSS consumen algún tipo de droga. ¿La cifra escandaliza? Debería. Pero más grave aún es que ha pasado de manera casi silenciosa, como si fuera un daño colateral aceptado por las autoridades.

Hay más datos alarmantes: 22% de los empleados son fumadores activos, y un tercio de ellos tiene una dependencia de moderada a severa; 12% consumen alcohol al menos una vez al mes, y casi uno de cada cinco presenta un patrón problemático; 25% no asiste a sus chequeos anuales, a pesar de estar dentro del sistema de salud más grande del país.

Para nadie de los trabajadores del IMSS, si hablamos de Chiapas, es un secreto a voces que, desde los camilleros hasta médicos especialistas son adictos a una sustancia, lo que tienen acceso a una cedula profesional y recetarios están aliviando el dolor, la depresión, ansiedad y estrés laboral con fentanilo, pero a la fecha nadie dice o hace algo.

¿Dónde están los discursos sobre prevención? ¿Dónde están las campañas internas de salud emocional? ¿Dónde está el Estado cuando quienes nos cuidan necesitan cuidado?

Mientras los discursos oficiales se llenan de estadísticas triunfalistas sobre la transformación del sistema de salud, los médicos, enfermeras y personal administrativo del IMSS trabajan bajo presión extrema, sin descanso real y muchas veces sin apoyo psicológico. Es la receta perfecta para el colapso personal.

En tiempos en los que el país habla de justicia social, de cambios profundos y de bienestar para el pueblo, urge poner en el centro la salud emocional y mental de los propios trabajadores del sector salud. Ellos no pueden seguir siendo soldados anónimos de una guerra contra el desgaste, la ansiedad y el abandono institucional.

El IMSS tiene nombre, historia y peso, pero también hoy tiene una deuda silenciosa con su propia base trabajadora. Ignorarla es una forma más de violencia institucional.

REFLECTORES.

En el IMSS Chiapas existe muchos problemas que no han sido atendidos por el delegado actual, Hermilo Domínguez Zárate entre estos, el personal que ocupa cargos importantes que le dejó de herencia María Luisa Rodea Pimentel, “los famosos michoacanos”, que siguen cobrando jugosos sueldos en la tierra prometida y en dónde tristemente no se le da oportunidad a la gente local, por ejemplo: el jefe de servicios públicos, jefe de prestaciones médicas así como todo el abasto que está en manos del grupo Michoacán.

También aparece en escena Martha Zavarís la jefa de personal, quién por todo lo anterior tiene mucho que ver en la contratación de quienes nos atienden en el IMSS o prestan algún servicio administrativo. Los exámenes psicológicos si es que se realizan, se los están brincando porque la mayoría al interior tiene problemas grandísimos con la bebida, el tabaco y narcóticos. Ya es tiempo de verdad que el Director General del IMSS ponga orden en este cochinero.

Al IMSS entran a trabajar los amigos de Martha Zavarís, los que ofrecen más dinero y actualmente quienes apoyaron a la planilla verde del actual dirigente sindical Sergio Sindy, lo peor es que no hay un filtro para analizar a conciencia quienes serán especialmente los responsables de cuidarnos o realizar una intervención.

Contacto: checha.informa@gmail.com

Deja un comentario