Tapachula, Chis. (Balance México 07 Octubre 2025).-En el Colegio de Bachilleres de Chiapas (Cobach) se acabaron los pretextos. El desastre no es producto del azar, ni de la casualidad: tiene nombre, apellido y dirección. Miguel Prado, el director general, ha demostrado ser el peor enemigo del sistema educativo que juró encabezar con visión y liderazgo. Lo suyo no es la educación, sino la simulación política disfrazada de gestión pública.

Lo que ocurre en el plantel 08 de Tapachula es apenas una postal del hundimiento institucional: alumnas peleando a golpes frente al portón principal, directivos pasmados, maestros indiferentes y padres de familia exigiendo respuestas que nadie da. Esa escena, grotesca y dolorosa, no solo exhibe la descomposición del plantel, sino la pérdida total del control en toda la estructura del Cobach.
Miguel Prado llegó con la bandera del cambio, pero lo único que cambió fue la dirección del deterioro: de la educación al proselitismo. Mientras las aulas se caen a pedazos y la disciplina es un recuerdo, él dedica su tiempo a operar políticamente para revivir al moribundo Partido Verde Ecologista de México en Chiapas. Le urge armar cuadros, no proyectos académicos. Le preocupa más la elección que la educación.
El cargo de director general le quedó grande. No hay estrategia, ni visión, ni autoridad. El Cobach se ha convertido en una oficina de colocación política, donde los puestos se otorgan por lealtad partidista y no por mérito profesional. Las decisiones se toman con base en conveniencias personales, mientras los planteles se hunden entre pleitos, desorden y desconfianza.
Y si el panorama ya era preocupante, el papel del coordinador regional, Javier Morales Ávalos, termina por manchar más el retrato. A Morales no le interesa la educación: su prioridad es que las obras destinadas a los planteles pasen por su constructora “personal”, sino inicia represión y enemistad contra los directivos, una práctica cínica y vergonzosa que desnuda la corrupción que carcome al subsistema.
El colapso moral del Cobach no es un accidente; es el resultado directo de funcionarios mediocres que han hecho de la educación su botín. Miguel Prado encarna ese modelo de burócrata que se esconde detrás del discurso institucional mientras saquea la confianza pública y prostituye los ideales educativos.
¿Cuántas alertas más hacen falta para entender que el Cobach se derrumba desde adentro? La educación pública no puede seguir en manos de quienes solo buscan colgarse del presupuesto y la política.
Hoy el Cobach necesita un líder, no un operador electoral. Un director con visión de futuro, no un mercader de candidaturas. Si el gobierno estatal no actúa con firmeza, el mensaje será claro: en Chiapas la educación dejó de ser prioridad y se convirtió, una vez más, en la moneda de cambio de los mismos de siempre.
Porque mientras Miguel Prado sigue jugando al político, miles de jóvenes chiapanecos siguen perdiendo la fe en la educación y en el futuro.
Nos leemos en la próxima…