Tuxtla Gutiérrez, Chis. (Balance México 19 Noviembre 2023).-A quien comete un delito se llama delincuente y eso es lo que se han convertido los estudiantes de la Escuela Normal Rural Mactumatzá desde hace muchos años cuando han hecho de los desmanes su forma de “lucha”.
Han cometido delitos como asociación delictuosa, secuestro, robo, daño en propiedad ajena, lesiones, ataques a las vías de comunicación, bloqueos carreteros y un largo etcétera. Y siguen actuando en la mas completa impunidad.

Sin embargo, al mismo tiempo también son cobardes porque cuando se les aplica el Estado de derecho por parte de las fuerzas del orden estos
alegan represión y comienzan a llorar como niñas, lo que como hombres no pueden soportar y asumir las consecuencias de sus actos de brutalidad y barbarie propio de los animales sin capacidad de razonamiento.

Y es que la autoridad ha sido tolerable hasta el exceso con ellos. Una fuente de la Secretaría de Educación consultada respecto a esta temática, refiere a que existen instrucciones de las más altas autoridades de no confrontarlos porque esta administración no se dá la represión a grupos estudiantiles. Sin embargo la ciudadanía opina y ve esta situación de manera diferente.

Comerciantes del centro de la ciudad, y de la misma sociedad están hartos de sus actos de vandalismo cometidos por estos delincuentes. Insiste en llamar los delincuentes porque eso es lo que son de estudiantes no tienen ni un gramo.

Sus actos de vandalismo, bien pudieran identificarse como guerrilla urbana que se caracteriza por desarrollarse en un ambiente urbano como parte de una estrategia coordinada de lucha militar, muchas veces de naturaleza antiimperialista/anticolonial, revolucionaria, asimétrica e improvisada.

Es que somos hijos de campesinos,somos hijos de indígenas, somos pobres alegan en su defensa estos bárbaros. Cómo si ello fuera un salvoconducto para comportarse de manera irracional.
En otras universidades tantos públicas con privadas hay cientos de jóvenes que también provienen de núcleos familiares con la misma característica y sin embargo estos a diferencia de los bárbaros se esfuerzan día día por concluir sus estudios profesionales y no andan saqueado tiendas de conveniencia ni tapando carreteras ni seco esta loco muses ni cometiendo actos Velatorios a las leyes.

A diferencia de los delincuentes de Mactumatza, estos están enfocados en lograr su desarrollo profesional y la superación a través del esfuerzo propio.

Recientemente el centro de la capital chiapaneca y la Secretaría de Educación han sido el escenario que estos delincuentes han escogido para cometer sus delitos sembrando el terror entre la ciudadanía que tiene la desafortuna de trabajar o transitar por esos lugares. Ante sus excesos y barbaries ha venido la respuesta de la autoridad y la fuerza del orden que se ha limitado a desalojarlos con las herramientas que le ley permite, hasta el momento sin caer en excesos.

Luego, viene el lloriqueo alegando “represión”. Insisto, son cobardes porque no asumen las consecuencias de sus actos irracionales. Secuestrar pipas cargadas de combustible para poder usarlas en determinado momento se les hace algo sensato y cuerdo.

Este tipo de acciones que cometen estos delincuentes en cualquier parte del mundo los tendría tras las rejas, que es el lugar donde en verdad deberían estar, y no en las aulas ocupan espacios que otros jóvenes interesados en salir adelante deberían ocupar.

Sin embargo, ante la impunidad con la que conducen se han convertido ya en un cáncer social al que es necesario exterminar desde ya, sin miramiento alguno. Tanto, que hasta los propios vecinos de Plan de Ayala, donde se encuentra ubicada esta escuela, vienen pidiendo desde hace tiempo su reubicacion.

Los delincuentes de Mactumatza son impunes, a diferencia de sus pares de la “Jacinto Canek”, de Zinacantan, donde los pobladores hartos de sus constantes actos de vandalismo decidieron desde hace tiempo ponerles un alto razón por la cual han traladado a Tuxtla Gutiérrez sus demandas y en donde lleva a cabo sus acciones de protesta.

Además, dan pena ajena cada vez que llegan al centro de la capital donde se ponen a corear consignas ininteligibles como si se tratara de retrasados mentales. Ello, obligando a la fuerza, so pena de sufrir castigos, a los alumnos de nuevo ingreso para participar en sus actividades.
Pablo Salazar fue el último gobernador que los metió en cintura. Urge, que se les aplique la ley a estos delincuentes.